Consumer Truth

Este artículo ha sido escrito por Alejandra Acosta, Directora de Estudios Económicos en RADDAR CKG Colombia, Aliado Estratégico de Consumer Truth

Entre el 2002-2013 Perú se caracterizó por ser una de las economías más dinámicas en América latina, con tasas de crecimientos superiores al 6%, consecuencia de una serie de políticas macroeconómicas y un entorno externo propicio. Este panorama favorable llevó a una reducción de la pobreza y pobreza extrema a lo largo de la década. Sin embargo, entre el 2014-2019, la economía peruana se desaceleró y presentó crecimientos cercanos al 3% anual. Factores como la corrección en el precio internacional de las materias primas, especialmente el cobre, principal producto de exportación peruano, generó una caída temporal de la inversión privada, menores ingresos fiscales y una desaceleración del consumo.

Ya en lo que corresponde al 2020, durante el primer semestre del año, la economía peruana ha registrado una caída del -17,37%, comportamiento similar al ocurrido en otras economías por efecto pandemia. La menor producción de la mayoría de los sectores, como: Comercio, construcción, alojamiento y restaurantes, transporte, almacenamiento y mensajería y Minería e Hidrocarburos han generado un choque en la oferta, reduciendo las tasas de ocupación. Esta situación podría verse acompañada por un choque en la demanda en el corto plazo, especialmente de los hogares, los cuales se han visto seriamente afectados por menores ingresos.

Es así como el país se encuentra en una situación de un mercado laboral deprimido, que para el trimestre abril-junio registró una tasa de desempleo del 8.8%, el doble de lo registrado un año atrás y que deja como resultado, un total de 6.7 millones de desempleados, es decir, 10.2 millones de personas tienen empleo, en contraste con el 2019, en donde 17 millones se encontraban empleadas. Perú fue uno de los primeros países en América Latina en imponer cuarentena a mitad de marzo para frenar el avance del coronavirus, medida que al igual que otros países, se extendió varias veces hasta finales de junio, con ciertas aperturas que el Gobierno autorizó desde el mes de mayo para el reinicio gradual de algunas actividades productivas. De esta manera, en el mes de abril, solo el 44% de la industria se encontraba operando, lo que llevó a una fuerte caída en la ocupación.

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Esto se refleja finalmente en el gasto de los hogares, el cual ya venía registrando un decrecimiento desde inicios del 2019 y que se agudizó aún más con la crisis sanitaria. De esta manera, el gasto registra un decrecimiento del -14,2% al mes de abril que se ha venido recuperando entre los meses de mayo y junio con la progresiva reactivación económica, pero que se siguen manteniendo en terrenos negativos.  Los hogares peruanos ya venían registrando un comportamiento cauto en sus compras enfocadas en servicios y bienes durables y semidurables, principalmente en los grupos de recreación y cultura, comunicaciones, salud y alimentos.

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Con la crisis sanitaria, para el segundo trimestre, muchos servicios principalmente en los grupos de entretenimiento y restaurantes y hoteles se han visto fuertemente afectados, pese al apoyo que ha generado los servicios de domicilios. Por su parte otros gastos, principalmente bienes no durables, han registrado importantes crecimientos. De esta manera, canastas como alimentos, vivienda, salud, comunicaciones y bienes y servicios diversos registran los mayores crecimientos del gasto real. De acuerdo con Credicorp capital, con base en las transacciones de tarjetas de crédito y débito, el gasto de los hogares se encuentra en el nivel 76 observado antes de la crisis, caída que se da principalmente por una menor compra de productos en grandes almacenes, supermercados, telecomunicaciones, farmacias, consumo de pollo y educación.

Por último, los precios también resultan siendo un punto de atención. Perú registra una de las menores inflaciones, situación que podría estar siendo generada por dos eventos. Por un lado, por una débil demanda de los hogares que presiona los precios a la baja; y por el otro lado, el efecto de regulación de la oferta ante la crisis sanitaria que ha llevado a la regulación de algunos alimentos y servicios. De acuerdo con algunas proyecciones, se espera que la inflación a cierre del 2020 se podría ubicar por debajo del rango meta del Banco Central.

¿Qué esperar para el cierre del 2020 y 2021?: Las expectativas de crecimiento para la región son turbias, pues a nivel regional se espera una fuerte caída del PIB. En cuanto a Perú, este será uno de los países más afectados por la pandemia, tanto en la región como a nivel global, con una caída del producto de -14% a cierre 2020. Así mismo, se espera que en toda la región los niveles de pobreza y pobreza extrema aumenten para el 2020, esto principalmente por un mercado laboral deprimido, tanto formal como informal, y un entorno inadecuado para la inversión privada, consecuencia del riesgo regulatorio e incertidumbre sobre las elecciones que se desarrollarán en el 2021. Para el gasto de los hogares, a lo largo del 2021, no se espera más que un crecimiento efecto estadístico ante los números que arroja el 2020, pero que en realidad reflejará una contención de compra de los hogares por falta de ingresos. En conclusión, el crecimiento del gasto dependerá de una recuperación de los empleos que permitirá retomar el gasto antes de la pandemia.

Este artículo ha sido escrito por Alejandra Acosta, Directora de Estudios Económicos en RADDAR CKG Colombia, Aliado Estratégico de Consumer Truth

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