A raíz de la actual coyuntura política (y moral) que vive el Perú con la disolución del congreso y la confrontación de poderes, he leído a algunos políticos y periodistas referirse por las redes sociales en términos binarios y absolutistas a la población, usando “etiquetas sociales” bastante comunes por estos días: “fujimorista”, “comunista”, “caviar”, “izquierdista”, “derechista” y etc. Las etiquetas abundan, los criterios para definirlos no tanto, y parece que cada quien tiene un concepto, idea o configuración propia que no alcanzamos a entender del todo. Lo peor aún es que estas “etiquetas” (o constructos sociales) se vuelven patrones rígidos para definir realmente la amplia diversidad ideológica y política del peruano de a pie. Tal parece que esta clase política no está conectando con la calle, o peor aún, estaría teniendo una mirada limitada de su propio ejercicio público. Hace falta mirar afuera, y ver el mundo desde los ojos de los demás y no desde nuestros propios ojos. A la clase política le falta pisar más la calle, o tal vez, sentir más el mundo real y no aquel que predomina en sus mentes partidarias e ideológicas, en sus curules o escritorios.
Como psicóloga social y responsable de una consultora en Consumer Insights suelo conversar mucho con las personas de a pie para efectos de entender la mentalidad del peruano y por supuesto, buscar líneas de conexión o entendimiento con servicios y productos de nuestros clientes. Si bien parte de nuestro trabajo supone una finalidad empresarial (insights del consumidor) es innegable que gran parte de nuestra tarea parte supone entender primero a la persona y a la cultura, pues esta es la base del entendimiento humano fundamental y fuente de valor (nsights). Para nosotros la CULTURA es la fuente principal conexión con la gente y eso supone “pisar la calle”, tener EMPATÍA con la gente, conocer su rostro real y por supuesto SENSIBILIZARNOS.
En los últimos meses mi equipo y yo hemos tenido muchas horas hablando con jóvenes, adultos, mujeres, hombres, ciudadanos, empresarios y GENTE en diferentes ciudades y regiones del Perú recogiendo sus esperanzas, miedos, retos, conflictos, pero sobretodo sus HISTORIAS. En el caso específico del PERÚ podemos advertir grandes cambios en la mentalidad del ciudadano de a pie, que nos permiten pensar que estamos ante un “nuevo peruano” con mayor sentido de ambición pero también con decepción. Se hace evidente una suerte de “crisis de fe” que se expresa en la desconfianza ciudadana creciente y desesperanza. Estamos ante un ciudadano crítico hacia sus autoridades políticas, pero también empresariales, no cree en nada o en nadie, o mejor dicho, cree más en si mismo y menos en las instituciones (“yo mismo soy”). Es un ciudadano cansado de promesas falsas, y que en un mundo de palabras fáciles y promesas que se las lleva el viento busca autoridades, empresas y personas capaces de tener un sentido de propósito más real y menos edulcorado. Busca gente real, marcas reales, autoridades conectadas con la realidad, hacedores de propuestas más que soñadores idílicos de un mundo utópico que no existe o sólo existe en la mente de sus autores (Disneyland). Quiere seguir a políticos, empresarios y profesionales dispuestos a “ensuciarse las manos”.
En parte, esta visión pragmática pero muy real que vive el ciudadano de a pie (mentalidad emprendedora o intraemprendedora) lo hace cuestionar las etiquetas dominantes que son reduccionistas o limitadas (derecha-izquierda, por ejemplo) para apostar por nuevas clasificaciones que sean menos absolutistas y más abiertas a los espacios medios, a la diversidad y flexibilidad de pensamiento, y por supuesto al cambio y la transformación. Estamos en “sociedades liquidas” que requieren grandes esfuerzos en adaptación y maleabilidad (Zygmundt Bauman). Estamos en nuevo escenario. El ciudadano de a pie busca crecer y progresar y va querer encontrar los medios o herramientas que le procuren este crecimiento. Las posturas ideológicas no te hacen crecer por si solas, las acciones de cambio sí. Están dispuestos a valorar y ponderar aquellos líderes (políticos, sociales o empresariales) con capacidad de ACCION, responsabilidad por sus actos, honestidad en sus principios y capaces de GESTIONAR en un mundo cada vez más impredecible, cambiante y volátil. Los entornos VUCA como los entendemos en el mundo organizacional (Volatile-Uncertainty-Complexity-Ambiguity).
Son entornos de gran incertidumbre política los que vive el país, y sin ánimo de hacer de este post un manifiesto político, debo decir que en la calle lo que menos importa a la gente es de qué COLOR es el partido o la ideología, lo que les importa SOBRETODO es qué vas a plantear, cómo lo vas a plantear y qué indicadores tendrás para asegurar que los objetivos lleguen a término. La gente en la calle mira menos el color político y más el color de la vida real, ese que no es blanco o negro, derecha o izquierda, azul o rosado, alto o bajo, del centro o de adentro. INSIGHT. Ese es el color que nos caracteriza a todos los seres humanos: la mezcla o diversidad, y que sobretodo caracteriza al peruano de a pie: el color del mestizaje: un poco de todo y bien revuelto, como el combinado, el aeropuerto, el lomo saltado y el chifa de barrio (de todo un poco bien taipá). Es el color del nuevo Perú pujante y emergente.
Con esto no quiero decir que los partidos políticos no importan o que la formación política partidaria sea irrelevante, pero creo que debemos ser mucho más sensibles a las demandas de la población REAL en las CALLES reales. De ideologías no comen, tampoco de propuestas partidarias; necesitan SUMAR a la ideología, la PRAXIS; a la propuesta partidaria, sumar la RECETA DE CAMBIO, esa que a veces sabe bien de diferentes insumos y platos, y no siempre de la misma fuente o cocinero. En suma: valoran la mezcla y diversidad. Tener políticos (y empresarios) de diversos orígenes partidarios, fuentes ideológicas, géneros, procedencias y ciudades de origen puede ser más valioso que juntarse únicamente con el club de amigos (Club de Toby). Consensuar y conciliar, le llaman. En la diversidad está el gusto, no en las etiquetas. Por lo demás, y como responsable de una consultora de insights con algunos años de experiencia en el campo profesional debo decir que la SINERGIA ENTRE DIFERENTES produce a menudo mucho mayor valor de innovación y pensamiento estratégico que la sumatoria de iguales. Estoy segura que este mismo aprendizaje se puede extrapolar en el ámbito político, si somos capaces de tener sensibilidad con lo que espera el ciudadano de a pie y sobre todo el país. Son tiempos de cambio. El Perú cambió, por favor no usemos las mismas recetas!
Hagamos que el color político no te defina (en tu totalidad) y que podamos sumar nuevas formas de entender la política (y la empresa) en el mundo de hoy. Necesitamos no solo a los de derecha o izquierda, también a los del centro, adentro, arriba, abajo, al costado, a la diagonal y por supuesto al despintado. TODOS deben ser bienvenidos en este nuevo PERÚ. Nos ha costado tanto a los ciudadanos entenderlo, así que lo empiecen a entender los políticos!. ¡Pisen la calle! ¡Salgan de su closet mental!. Lima no es el Perú. Un solo color no nos define, tampoco un solo sabor. Juntos podemos MÁS.
Gracias!
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